martes, 27 de julio de 2010


En la tónica de denuncia y de observar un trabajo tan duro en unos jovenes, es que compongo este poema.


A penas 16 años


Las primeras luces del alba
los levanta de su cama,
la humedad y el frío
de la noche les acompaña.

Soñolientos atraviesan el río,
por el sendero suben a la montaña,
y adentrándose en el bosque de bambúes,
sus sombras los acechan cabizbajas.

Sus destinos se tejen sombríos
de su aldea al monte donde trabajan.
Cortan largos troncos con brío;
es el bambú que los mata.

Sus tímidos machetazos
cimbrean sus brazos y la caña,
tan sólo su corazón empuja
su empresa tan sobrehumana.

La escuela queda lejos
de sus mentes y de sus casas,
son apenas 16 años
que arremeten con ansia.

Y los niños ¿donde quedan?
¿A dónde fue su infancia?
Si es que la tuvieron, ellos ya
son hombres y mujeres del mañana.



Albert Torrell
Lao Choi, Viet Nam, Dec de 2009
Can Riera dels Assenssaments, Vic
Espanya, juliol de 2010

jueves, 22 de julio de 2010

Infancia Prisionera


Sapa, Lao Cai (Viet Nam)
Etnia minoritaria
INFANCIA PRISIONERA



Gatea serio el perímetro
qué lo encierra,
con esfuerzo se endereza;
manitas blancas
aferradas a la cruel reja.

¿Dónde está su madre?,
que él no se queja.
¿Dónde quedó su padre?,
tan indefenso lo deja.

Lloro por este niño,
por su infancia prisionera
y por su tristeza.



Albert Torrell
Lao Choi, (Viet Nam), decembre de 2009
Can Riera, 27 de maig de 2010

Niños del Fan Si Pan










Siguiendo con mi tónica de denuncia a un país que margina a las etnias minoritarias, empecé a escribir estos poemas:





Niños del Fan Si Pan


Blancos árticos del Fan Si Pan,
mole granítica,
orgullosa atalaya
sobre poblados mansamente
aislados.

Piedra sobre casas;
¿piedras?, las del monte
y los caminos,
cañas de bambú
en los tejados.

Marrones y negros,
inaccesibles bosques,
parcas maderas
cierran sus recintos
habitados.

Negros del pino negro
y de la tierra negra;
negro en las manos.
Rojo, carne desgarrada
y un llanto.

Negro sobre rojo,
rojo, sobre suelo negro
pariendo, derramado;
carmín de un corazón sediento,
palpitando.

Sangre y barro,
barro y hambre,
hambre y lloro;
lloros y besos
queman las mejillas
de estos niños;
silenciados.









Sapa (Viet Nam) Dec 2009
Can Riera dels Assenssaments maig 2010

domingo, 9 de mayo de 2010

El Prisionero



En diciembre viajé al Vietnam y de lo que oí y lo que m'explicaron nació esta narración. Su historia nos muestra la dualidad que tienen las personas, los países y todas las cosas.







En el gran espacio que en el futuro se convertiría en la plaza de Ho Chi Min, en la ciudad de “Han Noi”, y en donde, décadas posteriores, se levantaría el descomunal mausoleo a la muerte del líder comunista que llevó a la victoria a su país contra el estado mas poderoso del mundo, el vietnamita Ho Chi Min, vi que habían instalado una pequeña celda a modo de prisión abierta al público. Dentro se podía percibir a un prisionero vietnamita, expuesto para que el pueblo lo viera. Éste llevaba una argolla en el tobillo, y la cadena, qué le seguía, estaba amarrada a la pared como señal de advertencia al ciudadano de qué quien hiciese un acto delictivo como aquél, tuviese la seguridad que lo pagaría muy caro.
El hombre, delgaducho, con la ropa hecha jirones y completamente abatido, estaba sentado en el suelo cabizbajo, dejando pasar el tiempo. Mantener la mente en blanco le ayudaba a resistir con resignación esta situación tan humillante.
Me acerqué. Conocía aquel hombre frágil como un adolescente. Lo conocía de otro tiempo, de un tiempo de angustia y de terrible agonía de su pueblo, hasta que pudo dar la vuelta a una lucha que parecía perdida y, de la que salió victorioso a cambio de tres millones y medio de víctimas de guerra, y de más de medio millón de niños afectados con serios defectos de nacimiento; también con miles de incapacitados, con enfermedades degenerativas, de las generaciones futuras hasta nuestros días.
La excusa del poderoso fue la de defender al pueblo vietnamita de la amenaza comunista del norte. Así que, lo invadió y aprovecho para probar armas químicas prohibidas como: el gas mostaza que producía ampollas por la quemadura del gas; un agente incapacitante, el BZ, que provocaba confusión, efectos alucinógenos en una locura que les podía durar de 72 a 96 horas sin saber quienes eran y temiendo ser muertos por sus propios camaradas que no reconocían. También experimentaron con armas nuevas que destruían todo lo que encontraban en su campo de acción sin respetar a niños ni al resto de la población civil. Eran las bombas mortíferas de Willy Pete o Peter, tal y como, en la jerga militar, se las conocía a las bombas de fósforo blanco. Éstas no se contentaban con quemar la piel superficialmente, sino que su afinidad por la absorción del fósforo del cuerpo, hacía que en contacto con la piel, fuera penetrando en los tejidos profundos sin detener su efecto corrosivo, pudiendo llegar hasta los huesos y los órganos internos como el corazón, hígado y riñón, en quemaduras gravísimas de 3º grado. Tampoco se podía evitar su efecto aunque estuvieses bajo techo, ya que el fósforo se transmite después de la explosión por el aire como el de un aerosol. Usaron también otros ingenios letales como el agente azul, blanco y el naranja que afectaría a la población durante generaciones por la contaminación que produjo en las aguas, vegetales y animales; hoy, en una tercera y cuarta generación aún nacen bebés con deformidades físicas aberrantes, otros con parálisis cerebral y aún, un sin fin de otras alteraciones neurofisiológicas. Afectaban tanto al ser humano como a la naturaleza. Este gas era lanzado desde aviones sobre la espesa selva para eliminar la cubierta vegetal y dejar al descubierto las guaridas de los guerrilleros. Grandes extensiones de la espesa jungla eran arrasadas junto a los poblados diseminados en su interior. Éstos no empezarían a recuperarse hasta pasados cincuenta años, por lo menos.
Con anterioridad a aquella guerra, yo vivía en un “Han Noi” pacífico y amable, y fue allí donde lo conocí.
El recuerdo de aquella época se me hizo presente, tan pronto lo vi, como si no hubiese pasado el tiempo y, acercándome a las rejas, lo saludé en su idioma. Se quedó más inmóvil de lo que estaba y con la lentitud de quien tiene todo el tiempo del mundo, me dirigió su mirada con la sorpresa de quien te reconoce antes por la voz que por la imagen. Con los ojos vidriosos y la cabeza ladeada, me interrogaba con un silencio respetuoso y a la vez tristemente interesado.
Sí, le contesté a su silencio, soy yo, tu vecino, el Ho Lao de antes de la guerra. Me sonrió al recordarlo, y es que Ho Lao, significa, gracias en vietnamita; era la única palabra que conocía cuando llegué a “Ha Noi” y la repetía hasta la saciedad sin ningún sentido. Fue así, que me bautizaron, con su humor tan irónico, como “Ho Lao” (gracias).
Apenado, pensé en aquellos años de conflicto bélico que no entendía ni quería entender. Que me negué a combatir contra ellos, que los ayudé en lo que pude como esconder a sus mujeres y a sus niños de la lujuria yanqui. Yo, sólo era un invitado en su país, respetaba su cultura, la diversidad de su gente, la manera de pensar y de vivir la vida social y religiosa.
Han Noi no era lo grande que es ahora y las incursiones del enemigo bombardeando la ciudad, hacía que nadie encontrara refugio seguro en ningún sitio que no fuese marchar fuera de la misma. Un largo éxodo salió hacia las grutas de Ha Long Bay, sobres las aguas transparentes (ahora eternamente marrones), escondidas entre un centenar de peñas inexpugnables salidas de la bruma del mar y qué conforman la bahía. ¡Si recorrí de veces aquel camino! Allí, ningún enemigo se atrevió a hacer ni la más mínima incursión por el peligro de ser sorprendidos desde las cimas fantasmagóricas o por miedo a perderse en su laberinto inexpugnable.
Otra columna se dirigió a las montañas de Tam Coc donde sólo se podía acceder a través del río; quien dominara el río, dominaría las montañas y con ellas las miles de grutas ocupadas por los vietnamitas mas débiles junto a mujeres y niños. Los guerrilleros conocían palmo a palmo este territorio y por tanto, podían defenderlo apareciendo de improvisto, cayendo mortalmente sobre los invasores, que no podían hacer otra cosa que perder la vida. La guerra de guerrillas les llevó a la victoria.
Han pasado diez largos años _le dije como si hubiese seguido la trayectoria de mis pensamientos_ desde el final de la tragedia que dejó a vuestro pueblo asolado, sin apenas ningún hombre mayor de 45 años. Y generosos como sois, con vuestra voluntariosa filosofía de vida, no guardáis ningún rencor contra quien os infringió un castigo tan terrible por el sólo hecho de pensar y querer organizarse socialmente, diferente.
¿Como consiguieron _pensé_ levantar en armas a este pueblo pacífico, amable e indulgente como niños, con una larga tradición hospitalaria y de armónica convivencia con sus vecinos?
- Tan sólo la acción directa y violenta contra vuestro pueblo, _continué resentido por lo acaecido_ pudo hacer brotar de vuestro interior el instinto conservador; os defendisteis con el coraje de un gigante con físico de jovencito.
Sonrió con una mueca de aprobación.
- Hola amigo, _le dije con la perplejidad que da encontrarse con acontecimientos que creíste lejanos_ no diste señales de vida, te creí perdido. Añorado y querido Thang, ¿qué no has de haber vivido para verte tan abatido!
Las lágrimas, con profusión ahora, afloraban a aquellos ojos que tan sólo unos años atrás, brillaban siempre sonrientes, atentos y amables. Ahora eran una mueca de dolor, amarados de una pena inmensa. No hacían falta las palabras para comunicarme diez años de una eterna agonía. Se sintió tremendamente abocado a la soledad y a la tristeza por no haber podido estar al lado de su esposa, embarazada de su primer hijo, en el momento presumible de su muerte; así, ésta como el resto de su familia murió en las montañas, mientras él luchaba en la jungla. Yo también lo había considerado perdido como, tristemente, demasiados jóvenes de su edad aún adolescentes.
- No, no hace falta que me digas nada amigo; el destino ha hecho que nuestras vidas se vuelvan a cruzar. Tú pena es mí pena, tú pérdida también es mí pérdida, pero esta tarde volveré con algo que devolverá el brillo a tus ojos. Espérame amigo, vuelvo tan pronto como me lo permitan estas piernas anquilosadas por las heridas de metralla.
Y me fui de allí casi corriendo sin girarme.
Apenas comenzada la tarde, haciéndome paso entre la multitud que rodeaban la celda, me planté delante suyo. En el aire planeaba la sombra de un respetuoso silencio que lo acompañaba en aquellos críticos momentos. Su delito había sido el tráfico de opio a los turistas americanos. Estaba a la vista de todo el mundo para servir de escarmiento público.
El pueblo, mutilado en una tercera parte en aquella interminable guerra, se había empobrecido y “entristecido” a la vez, así miraba de ganarse unos dongs (moneda vietnamita con el rostro de su líder comunista Ho Chi Min) que le permitiese comprar alimentos básicos pero escasos en la posguerra. El gobierno quería erradicar aquella costumbre con un castigo ejemplar y dar así, una visión al mundo de rectitud y de colaboración contra la droga. A cambio, recibiría ayudas económicas compensatorias de quien había provocado aquella masacre.
Le encontré expectante, ignorando a la multitud que cada momento era más numerosa a su alrededor, como si presintiera que la sorpresa que le preservaba, lo salvaría de su estado de abandonada desolación.
- Thang, hayas hecho lo que hayas hecho, no eres culpable del momento histórico que te han hecho vivir.
Y agarrando al pequeño, que me acompañaba desde que había nacido, lo alcé para que pudiera conocer a su padre.
El niño, enterado tristemente de lo que acontecía, se enderezó cogiéndose a los barrotes de la celda, mientras su padre se alzaba de sopetón alargando los brazos hacia quien había creído muerto junto a su madre al término de la guerra. La frenada de su impulso por la argolla que atenazaba su tobillo, lo hizo caer al suelo. Se levantó al instante como impulsado por un resorte.
- Mí muy amado hijo, _murmuró casi sin aliento_ tienes los ojos de tu madre. Te quiero, a pesar de no haberte conocido hasta hoy, pero ya te conocía en mi pensamiento de tanto como te había imaginado, deseándote. Ahora no podré estar contigo, pero te aseguro que allá donde tengo que ir, te esperaré junto a tu madre. Así como ella se avanzó para señalarme el camino entre las cumbres de Ha Low Bay, yo también te lo mostraré cuando sea tu hora; en un día muy lejano.

Fue en aquel preciso momento que los guardias entraron en la celda para llevarlo a la ejecución fatídica, que el padre se despedía con un ilusionado y a la vez melancólico “hasta pronto hijo” y el niño lo hacía con un “no te olvidaré papa”.

Can Riera
Primavera Abril de 2010




miércoles, 24 de marzo de 2010

Els dos sols

En confiar-me un matrimoni amic les seves malaurades desavinences, vaig escriure aquest text amb l’esperança que poguessin reflexionar. Sabia que em llegien el bloc on escrivia, si els caps de setmana me’l deixava sobre la taula...

A Bangalore, aquest hivern, vaig saber que tenen una llegenda que parla de l’amor entre el sol i la lluna i la imatge en fa referència.



La llegenda dels dos Sols


Diu una llegenda molt antiga que en un temps molt remot, quan encara la terra s’estava refredant i tot just començaven a haver-hi les primeres expressions de vida en la mar, al voltant de la Terra i corrien dos sols.

Els antics creien que la Terra era el centre del món i tot girava al seu entorn. De fet, els homes antics veien, mirant al firmament, els dos astres que recorrien el cel de l’est fins a l’oest. És per això, que s’entén que tinguessin aquesta creença. En Galileu va afirma, que era la Terra la que girava a l’entorn del Sol. Tot i així, encara tindria de passa molts anys abans que la gent se’l creies.

Continua la llegenda que els dos sols havien nascut alhora i certament, eren uns astres per anar l’un al costat de l’altre; brillaven amb idèntica intensitat. Marxaven plegats i harmònicament a la mateixa velocitat al voltant de la Terra.


Era espectacular observa’ls; un imponent, majestuós, amb una gran aura solar. L’altre, molt més discret, en quan a la seva mesura, era notable tan per la seva petitesa com pel seu contrast amb la claredat que desprenia. Aquest reflectia, sobre la Terra, l’aura solar del seu company de viatge i la seva pròpia: daurada, radiant, creadora de vida.


Els dos tenien una missió que complir en la nostra Via Làctia i, aquesta era extraordinàriament important. Proporcionar al nou planeta Terra, les condicions per a la creació de vida; de vida intel·ligent.


I va ésser així com va succeir. Les algues verd i blaves, unicel·lulars, foren les primeres cèl·lules vives que es movien en els mars.


Així, va ser com va començar la vida al nostre planeta. Els dos sols facilitarien les condicions de vida cada cop més favorables sobre l’escorça terrestre, fins a obtenir unes estructures cerebrals desenvolupades i conseqüentment, més intel·ligents.


La Terra es va anar poblant, doncs, de milers d’espècies que esdevenien en els seus fills desitjats.


El Sol imponent i majestuós, n’estava orgullós de la seva obra i brillava amb més intensitat. N’estava cofoi.


De tant observar la diversitat dels éssers vius que poblaven la fecunda Terra, es sentia pletòric, i orgullós mostrava la seva intel·ligència fent-la pregonera als altres Sols de l’Univers sense para d’explicar-ho arreu. Quan més en parlava més feia lluir les seves dots intel·lectuals i més claror i calor desprenia reflectint-se sobre la superfície del seu astre company, el petit Sol (el què anomenaren “Lluna” per ésser petita i acompanyar a un gran astre). Sí, la Lluna era petita, però també era bella i enlluernadora, sols calia fixar-s’hi. Desprenia un no sé què, que no li podies apartar l’esguard, quedant-te una serenor interior que omplia i calmava alhora.

Aquesta, que estimava a aquell Astre “Sol” pel seu aspecte tan impressionant i enlluernador, es sentia íntimament lligada a ell i per això, acceptava amb resignació aquell accés de força, aquell accés d’eloqüència que sols el feia sobresortir entre els astres amics, ignorant així, la seva presencia. El Sol no s’adonava de com li influïa negativament, de com la força de la seva companya anava minvant, en la mateixa mesura, que la seva s’anava incrementant, i de com l’escalfor de la seva aura solar imponent, assecava, mica a mica, l’escorça de la seva estimada. Tampoc s’adonava de com la seva arrogància l’empenyia, a cada volta que completava al nostre entorn, una mica més lluny de la seva companya mil·lenària.

La Lluna, amb coratge envejable, va demanar al Pare de L’Univers i al deu responsable de la nostra Via Làctia, poder donar-li al seu estimat un motiu per sentir-se molt més orgullós de sí mateix, per ésser el creador d’un individuo, tal vegada, únic en el univers. Esperava que per la seva intervenció amb els deus i la magnitud de la seva obra, podés adonar-se de com l’estimava.


Va demanar, doncs, permís per afavorí el naixement d‘un homínid, que en un altre era, esdevindria en “l’homo Sapients, Sapients” (l’home actual) i en un futur pròxim evolucionaria cap, “l’homo Sapients Sapientissimus”, i que en la seva màxima aspiració evolutiva esdevindria, en un futur molt llunyà, “l’home Sapientissimus Sapientissimus”, tot energia; o sigui un humà a imatge semblant al que nosaltres anomenem Deu.

El pare de L’Univers junt amb el deu responsable de la nostra Via Làctia, li van parlar així:

- Entenem el teu desig _va fer el Pare de l’Univers_ i te’l concedim. Però has de saber que per fer possible el que ens has demanat, la Terra ha de tenir les nits més temperades, sinó no és possible aquesta creació tan excepcional.

- Has de saber, _va continuar el deu responsable de la nostre constel·lació_ que el què demanes, és una cosa bona, i com tota cosa bona que assolim, té el seu preu, i aquest serà molt elevat, tant com elevada és la teva petició.

La Lluna que volia obsequiar, amorosament, al seu astre company amb el què sabia que era la seva màxima aspiració, va respondre que s’avenia a tot el què fes falta.

- Per aconseguir unes nits més càlides, _va prosseguir el Pare de l’Univers amb condescendència_ s’ha de fer que un astre, pròxim a la Terra, preservi durant la nit amb la seva aura, part de la calor que el Sol ha després duran el dia.

Així, seràs, tu, l’encarregada de il·luminar i temperar les futures nits gèlides, terràqüies.

I també aquest serà _va seguir el deu de la Via Làctia amb autoritat_ el teu preu: Estaràs cuidant, mentre visquis, la teva obra. Regularàs els fluxos dels mars i dels éssers vius fent així, les seves vides més saludables i estimulant la concepció dels éssers vius. Giraràs entorn de la Terra i la Terra, a partir d’ara, ho farà al voltant del teu company, el Sol, al llarg d’una trajectòria cada mil·lenni més el·líptica i excèntrica, de manera que, experimentarà també, el flux, aquest cop, de les estacions, creant la primavera, l’estiu, la tardo i el hivern. En aquest últim, tot reposarà i semblarà mort, per adquirir en la pròxima primavera la força germinativa i creadora de vida en totes les espècies.


Mentre tu t’acostaràs a la Terra, el teu company s’allunyarà de vosaltres. La Terra girarà sobre el seu eix cada 24 hores, així, hi hauran dies i hi haurà nits, on tu seràs el fanal que il·luminarà a qui vulgui veure, perquè aquell, que vols crear, pugui descansar i en la son trobi les respostes que no troba durant la vigília. I el més dolorós per a tu serà que no podràs veure més al teu company.


Pensa, abans d’acceptar, que et serà molt dur corre tota la nit al voltant de la Terra per poder-lo veure a la matinada, però quan hi arribis, ja no hi seràs a temps, ell ja s’haurà post en l’horitzó.


Tindràs, això sí, el goig de poder seguir l’evolució excelsa de la vostra obra, “l’home”, fins que un dia vegis els homes com a un de sol per esdevenir responsable d’una nova galàxia en el futur. Serà en aquell precís moment que l’Astre, amic teu, morirà. A la seva explosió provocarà la impulsió d’aquesta nova galàxia.



Diu la llegenda, que ella va acceptar i que des de llavors, es va anar allunyant del seu estimat de mica en mica, però sense aturar-se, per poder complir el que havia promès. Estava ven decidida.


Quan ella va arribar a prop de la Terra, es va deixar endur per ella, en la seva marxa gravitacional. Ell no se’n va adonar, i amb les seves ànsies de comunicació amb els altres sols, va iniciar una deriva, que encara continua, cap a un extrem de la galàxia, arrastrant-los.


Conten, que havent passat moltes transformacions en la escorça terrestre, la Lluna, en la seva trajectòria per sobre d’un continent molt ric en animals d’espècies molt diverses i boscos molt frondosos i espessos, va adonar-se’n d’un ésser que se la mirava fixament amb els ulls encuriosits, com si fos la primera vegada que es fixés de la seva existència al firmament, amb un esguard intel·ligent, posada dempeus.


La Lluna, va saber en aquell precís moment que el seu desig s’havia complert. I fou també en aquell moment que la Luci, un australopitec nascuda a l’Àfrica oriental dita l’Aferènsi, sense saber perquè, els ulls grans i blancs què contrastaven amb el negre de la seva pell brillant, s’omplien de llàgrimes...


Diuen, que eren les llàgrimes de plata transparents basades per la Lluna en conèixer-la, les què caigueren directament als ulls de la Luci, i diuen que eren tan amargues per tant com havia estat patint per fer possible aquest miracle, que en feren també néixer als ulls serens de l’australopitec. I aquesta capacitat d’emocionar-nos és el que ens fa ser diferents dels altres éssers intel·ligents del nostre planeta.

Diu la llegenda, que el Sol en veure a la Luci, va fer que, per un instant, l’orgull de la seva creació el fes brillar amb una intensitat tan extrema que va estar a punt de destruís, si no fos, que en voler compartir aquella satisfacció amb la seva estimada, es va trobar que aquesta ja no era al seu costat. La sorpresa i el disgust que va patir en comprendre, ràpidament, el què havia succeït, el va salvar de la destrucció. S’adonà que no podrien tornar a recorre mai més junts, l’un al costat de l’altre, pel seu firmament. I ara, desgraciadament, ja no podria fer res perquè tot tornés a ser com abans. Llavors va començar a morir per dintre.



I un dia, diuen que la Terra va deixar de tenir dos sols, i el Sol va quedar sol i la Lluna pàl·lida i trista.



El Pare de l’Univers i el deu de la nostra Galàxia, van convenir commoguts en sentir el dolor de tots dos, que la meitat de la Lluna pogués veure un moment al Sol de matinada i de cap vespre. I diuen que és així que, a primera hora del dia i a la posta del rei astre, la lluna platejada l’acomiada amb un bes de plata.

També diu la llegenda que, van permetre els nostres deus, que entre cinc i set vegades a l’any, la Lluna pogués fondre’s en una abraçada amb el Sol. Hi és llavors quan La Lluna abraça al Sol amb tot el seu amor i amb tanta força, que a la Terra es fa de nit sent de dia. I és que, la Lluna tan petita i platejada, eclipsa al Sol tan roent i majestuós.

Diuen, que els éssers humans en veure l’eclipsa, no poden passar sense contemplar-lo, i que així comparteixen, sense saber-ho, tan la joia d’ells dos com també els plors pels errors que han comés.




21 Juny de 2005-10